PUBLICIDAD

PUBLICIDAD

Reproductor

PUBLICIDAD

El amargo sabor de la ausencia de objetivos

Artículo de opinión de Guillermo Uruñuela, redactor www.radiomarca.com

  • Radio Marca
  • Archivo
  • El verano está a la vuelta de la esquina y ya se empiezan a apreciar tientes estivales allá hacia donde te dirijas, especialmente en Lanzarote. El curso llega a su fin y con él, se aproxima el momento de valorar lo ocurrido durante muchos meses dedicados, de una u otra forma, a un menester determinado. Para nuestros representantes se acerca el ocaso de la temporada -alguna competición ya ha concluido- en las diversas disciplinas que seguimos desde Radio Marca Lanzarote y que se enmarcan en "ligas regulares" tanto de balonmano, baloncesto o fútbol.

    Cuando llegas a este punto del año pueden darse varias circunstancias. Llegar con opciones de luchar por el objetivo marcado al inicio del curso; pelear por una meta redefinida durante la competición; situarte en tierra de nadie. Esta última, de gran crudeza para un grupo. Es duro acomodarse en la llanura solitaria de aquel al que las matemáticas no le conceden otra oportunidad. El limbo que dirían los creyentes.

    No hay nada peor como deportista que te arrebaten de una manera tan indiscriminada el faro que persigues. Te quedas de la noche a la mañana sin punto de referencia. Sin el sentido de un todo que se desdibuja en un abrir y cerrar de ojos. 

    El deportista, por encima de todo, compite. COMPITE por que es lo que le mueve a embarcarse en proyectos que si no, observados en la distancia, no tendrían explicación racional. Si analizan la esencia de los grandes del deporte, nunca saltan a ganar. Salen a competir hasta la extenuación, que es sin duda, la única ruta conocida hacia el triunfo.

    Esta temporada en Lanzarote hemos visto como el CD Tahíche de la DH Juvenil se quedó sin esa gracia antes de tiempo. US Yaiza, UD Lanzarote, CD Teguise se sitúan en un punto similar. Jornadas por disputar. En juego; puntos inertes con más efecto maquillador que otra cosa.

    Es doloroso quedarse fuera de la pelea. Es la misma sensación que se apodera de un equipo cuando se mantiene educado en la cancha, con la medalla de subcampeón colgada al cuello observando cómo su oponente levanta la copa de campeón, sin tener opción de seguir intentándolo. Porque el buen deportista no está hecho de grandes triunfos sino de una voraz e incontrolable sed competitiva.

    PUBLICIDAD
    PUBLICIDAD