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La historia de las botas de Viera que pisan los campos de Lanzarote

El jugador amarillo guarda una estrecha amistad con su portador; periódicamente le envía un par botas

  • Guillermo Uruñuela
  • Cedida
  • "La amistad es lo más importante que te deja el fútbol". Esta frase, repetida hasta la saciedad en la esfera del balompié, tiene un poso melancólico, incluso romántico, que pronunciada por un ex futbolista genera tanta emoción en el que la expresa como en el que la recibe. Por lo menos a mí me sucede.

    Gustavo García ya observa con lejanía los tiempos en los que saltaba al verde como futbolista en activo. La vida corre para todos pero en el balompié este reloj de arena te ajusticia de forma más severa y prematura ya que, sobrepasados los treinta, la cuesta descendente se apodera de la inmensa mayoría.

    Era el año 2008 cuando Tavo se ejercitaba bajo las órdenes de Juan Manuel Rodríguez en la UD Las Palmas. Por aquel entonces un flaco y atrevido chiquillo canterano se ganó el respeto de los profesionales por la delicadeza con la que acompasaba el esférico. Controles impolutos, pases de tiralíneas, visión rapaz y desparpajo fue el sustrato que posteriormente germinaría en lo que hoy ya conocemos.

    Un Viera en edad juvenil entró de lleno en la cima del fútbol y en poco tiempo fueron muchos los que se interesaron por ese joven de Las Palmas (F.C. Barcelona, Real Madrid, Arsenal...)

    Era una época en la que uno de los peloteros más aventajados de Lanzarote recibía material deportivo de la marca MÚNICH. Una época, en la que Tavo le regalaba botas a un imberbe Jonathan.

    La historia todos la tenemos presente, tanto la del uno como la del otro, pero lo que desconocíamos es que una década después siguen manteniendo el contacto y la amistad. El propio Viera no se olvida de sus inicios y periódicamente se preocupa de enviarle, al que en su día le tendió la mano, un par de botas para que siga utilizándolas ya sea como entrenador o en pachangas veteranas; de la misma manera que le ha facilitado camisetas de la Unión Deportiva y del Rayo Vallecano. También le ha regalado ropa deportiva.

    Hugo, hijo de Gustavo, podrá presumir en le colegio de que la mochila que carga a su espalda está bendecida por la magia de un "21" que hace no mucho miraba con admiración a su papá.

     

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