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Conozca a la primera presidenta de un equipo de fútbol

Amelia del Castillo, la primera presidenta de un equipo de fútbol, fundó el Atlético de Pinto en 1963, del que fue también entrenadora y delegada

  • Radio Marca Lanzarote
  • Archivo
  • Amelia del Castillo en la entrevista a marca.com, desvela como fue la dura travesía por el mundo español en una época no muy lejana.  "Yo quise ser entrenadora, tener el título pero la Federación Española de Fútbol no lo permitió. Sólo me dejaban ir a clases teóricas y como un favor muy especial. Cuando yo me sentaba en el banquillo fíjate lo que me llamaban, de todo. Incluso en Pinto como iba con todo chicos, las madres de mis amigas les prohibieron hablar conmigo. Unas me llamaban marimacho y otras fulanilla, depende", rememora Amelia del Castillo en el programa 'MARCA la diferencia', que se ha estrenado el 8 de marzo y que dará visibilidad al deporte femenino cada miércoles a las 12:00 horas.

    La madrileña marcó un gol por toda la escuadra a favor de la igualdad en una época en la que en España las mujeres, entre otras cosas, no podían por ejemplo abrir una cuenta bancaria sin el permiso de su padre o de su marido una vez casadas. Pero Del Castillo, en plena dictadura franquista, se convirtió en la primera presidenta de un equipo de fútbol que hubo en España. Fue la fundadora, presidenta, entrenadora y delegada del Atlético de Pinto, el equipo de su pueblo en la década de los 60.

    Una mujer en un mundo de hombres. "Empezamos como un juego. No te creas que me levanté un día y dije: voy a montar un equipo de fútbol. No. Yo vivía en un barrio donde todos eran chicos, la mayoría, y cuando salías a la calle jugabas al fútbol. Y un día, de la manera más tonta, nos dieron un pasquín de un campeonato en el que iban a participar Getafe, Fuenlabrada, Parla y Pinto. Como ya teníamos idea de equipito nos acercamos a ver si podíamos participar pero una persona mayor de 18 años se tenía que hacer cargo de los pagos, las fichas, la organización...", recuerda. Ella, justo, tenía la mayoría de edad.

    "Como yo no podía jugar porque estaba prohibido por la Federación Española me ofrecí. Era la única vía en la Federación que no prohibía, lo demás lo prohibía todo: entrenadoras, árbitros... pero de presidentas no había absolutamente nada escrito con lo cual pude llegar y así fue como empecé", explica.

    Víctima del machismo

    Era un equipo modesto al que le faltaban recursos y por eso, decidieron hacer rifas para conseguir dinero. Como Amelia veía que no se vendían muchas papeletas, optó por pedir ayuda a presidentes de clubes de Primera División. Como rojiblanca, escribió una carta a Vicente Calderón. "Se conoce que le caí bien. A partir de ahí fue el padrino del equipo, por eso se llama Atlético de Pinto. Nos dio balones, equipación y nos ofreció hasta la asistencia del doctor Ibáñez cuando los jugadores estaban lesionados", desvela.

    Siempre se sintió respetada por sus jugadores, pero ser mujer era un hándicap y el año 73 el alcalde de entonces de Pinto le comunicó que iba a hacer una Junta de socios para que dimitiera "porque una mujer no podía llevar un equipo de fútbol". Al principio, Amelia se negó, pero acabó firmando la carta para que el equipo no desapareciese. Daniel Martín le había amenazado con que, en el caso de no hacerlo, él haría un equipo de Pinto financiado por el Ayuntamiento. "Luché hasta donde pude luchar", reflexiona.

    Pero Pinto nunca olvidó a su heroína y el 5 de agosto del 2000, el club de fútbol dio la presidencia de honor a Amelia y su nombre al estadio. "Fue un premio muy grande, la guinda del pastel de toda esa época. Fue como ganar la Champions", dice emocionada mientras nos enseña los recortes de los periódicos de la época. Todos querían mostrar la historia de esta pionera. La única presidenta de un club de fútbol en el mundo, rezaba más de un titular. Hasta vinieron de la CBS de Nueva York para hacerle un reportaje.

    La foto en el banquillo, su favorita

    Entre las fotos que nos muestra, no duda de cuál es su favorita. Se la ve en el banquillo dando instrucciones. "Muy pocas mujeres se han visto ahí. Entonces nunca, y ahora poco. No podía puedo jugar con ellos pero estaba allí participando de su alegría. Esto en aquel entonces no lo hacía nadie", dice con orgullo pero también con humildad. Se quita continuamente mérito, pese a que su esfuerzo sirvió como ejemplo a otras para abrir camino en un mundo de hombres.

    "Cuando tienes una ilusión y luchas por ello, aunque te cueste esfuerzo, y vas limpiamente sin poner zancadillas ni hacer nada malo a nadie, lo puedes conseguir entonces, ahora y en el futuro", dice convencida.

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