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Los entresijos incomprensibles del fútbol

OPINIÓN. Guillermo Uruñuela Álvarez, redactor www.radiomarcalanzarote.com

  • Guillermo Uruñuela
  • Cedida
  • La realidad del mundo del fútbol es bien distinta a la que pudimos vivir algunos hace tiempo. La crisis ha afectado, en la medida que le corresponde, al mundo del balompié de una manera voraz. Bien es cierto que anteayer se vivían situaciones irreales, en un mundo en el que los maletines, el dinero negro y los chanchullos eran el pan de cada día. Es una parcela destacada por el descontrol económico general, pero por algún motivo, sigue su curso sin que nadie se pronuncie. Algo diferencia a la economía que rodea al balón, ya que hay situaciones extrañas, envueltas en diferentes formatos que en el mercado convencional -por lo menos- llamarían la atención.

    Ahora el dinero, al igual que en muchos sectores, ha desaparecido, convirtiendo los estratosféricos salarios en insignificantes aportaciones. Evidentemente, diez años atrás -al igual que en la actualidad- cada club de fútbol tenía -y tiene- sus particularidades. Es decir, se sorprenderían al saber que salvo los cuatro privilegiados de Primera División muchos jugadores profesionales ganan un salario que dista mucho de ser millonario. Así, he conocido casos de jugadores que han saltado al Nou Camp para medirse al Barça cobrando 300 euros al mes -con ficha de filial-; al igual que existen jugadores que no cobran desde hace meses y están maniatados por un sistema que no protege al futbolista.

    Todo lo que he vivido me sirve, en primer lugar, para comprender que el mundo del fútbol es un ente singular. Una galaxia aparte que no responde al raciocinio humano y que tiene su vertiente más anárquica en el fútbol modesto. Los impagos han pasado de ser una excepción para convertirse en norma. Los jugadores amateurs aguantan unas rutinas propias de equipos profesionales cobrando cantidades irrisorias y en muchos casos ni eso, por falta de escrúpulos de clubes que juegan al borde de la legalidad.; manteniendo planteles sin contrato y sin cotización a la Seguridad Social. Sin duda, es una esfera peculiar que poco a poco ha ido perdiendo fuelle y que no sé adónde llegará.

    También hace no mucho he conocido compañeros que percibían más de 100.000 euros jugando en Segunda División B. He visto sueldos de más de 3.000 euros mensuales en Tercera División metidos en cajas de zapatos, y maletines, y primas generosas en B. Ahora la situación es bien distinta y se ha pasado del todo a la nada en un abrir y cerrar de ojos, pero lo que no ha cambiado es el nivel de exigencia al jugador, que ofrece en ocasiones, un servicio casi profesional con unas condiciones laborales que no lo son. En fin, un entramado que no se puede comprender ya sea por exceso o por defecto. El recorrido del fútbol en España es tan destacado como extravagante y seguirá por los mismos derroteros, por mucho que uno intente buscar una explicación lógica al asunto.

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