'Lucho', un atleta sobresaliente
El conejero compaginará el deporte de élite con el grado de Medicina en Madrid
Ha llegado el momento de partir. El lanzaroteño Antonio Jesús González, conocido por todos como “Lucho”, comenzará a labrarse un nuevo camino en la capital. El atleta, que durante los últimos años ha estado entrenándose bajo las órdenes del olímpico Jose Carlos Hernández, ha decidido buscar nuevos horizontes y a partir de septiembre entrenará en el prestigioso Centro de Alto Rendimiento Joaquín Blume. En él, a día de hoy, se ejercitan todos los grandes atletas de nuestro país, donde encuentran el lugar idóneo para mejorar sus cualidades deportivas. Para ello ha contado con la ayuda inestimable del propio Jose Carlos, que ha sido un gran apoyo a la hora de buscar una salida al talento del joven conejero.
Hasta ahí, es una buena historia. Un personaje digno de tener en cuenta en el deporte insular ya que no todo el mundo llega a tener la oportunidad de entrenar a ese nivel. Además del apoyo de Jose Carlos, lógicamente, a “Lucho” le avalan sus cifras. El chico ha pulverizado día a día sus propias marcas, coronándose, en los últimos años, hasta ocho veces campeón de Canarias en las diferentes modalidades, además de conseguir resultados destacados a nivel nacional.
Con todo ello se podía confeccionar ya un buen reportaje. Pero no sólo eso. A lo anteriormente citado, hay que sumarle que “Lucho” es un fiera con los libros. Sobresaliente en sus calificaciones este último año, ha conseguido plaza para compaginar sus entrenamientos de alto rendimiento con el estudio del grado de Medicina en la Universidad Complutense de Madrid.
Es por esto que merece una mención especial. Creo que más que una opción, es casi una obligación poner en alza este tipo de jóvenes. Dignifican el deporte y sirven de espejo para las generaciones futuras. Representan el esfuerzo, el tesón y aquellos valores no sólo útiles para deporte. También, para la vida de todos nosotros, son necesarios estos atributos y para la juventud, en concreto, que suele acomodarse en ese típico estado sedentario de desidia puede ser un empujón ambicioso en busca de nuevas metas.