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¿Es más importante el talento o el esfuerzo?

Artículo de opinión de Guillermo Uruñuela, director Radio Marca Lanzarote 104.5 y www.radiomarcalanzarote.com 

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  • Cuando uno piensa en fútbol se da cuenta de que se asoma a una realidad que poco tiene que ver con la que ocurre en otros deportes. Es por esto que sería inimaginable llegar a plantearse que un maratoniano reconocido, un gimnasta importante o un nadador olímpico fuese un fumador habitual que entrenase a medio gas durante una temporada porque entonces no sería ni olímpico ni reconocido en su disciplina. 

    Sin embargo, en el mundo de la pelota ocurre. Incluso puede darse la circunstancia de que uno llegue a sobrellevar una carrera profesional varios años con una vida que diste mucho de las exigencias del deporte de élite. 

    De ahí deriva la eterna pregunta. ¿Qué es más importante el talento o el esfuerzo? Muchos contestarían que ambas son importantes y están en lo cierto pero una de ellas, a mi juicio, es más determinante.

    Para resumir yo diría que la actitud siempre es mejorable mientras que las condiciones, llegado el momento, dejan de desarrollarse. Si tuviera que poner en una balanza porcentual me atrevería a situar el asunto en un 70-30 (a favor del esfuerzo).

    Un jugador que tenga una buena actitud hacia el entrenamiento, que sepa asumir el menester que se le encomiende, que sea capaz de cuidar su peso, su alimentación y sus hábitos de vida tendrá mucho ganado. Con todo ello podrá rendir al máximo dentro de las capacidades innatas que posea. El talento no es suficiente para ser un buen futbolista. Mentiríamos si dijéramos que no es importante, de hecho, escasea y por eso es tan valioso.

    Hay muchas historias de jugadores mágicos que se han quedado camino de la misma manera que muchos futbolistas simplemente correctos han llegado a lo máximo sólo con tesón y ganas. 

    El propio Leo Messi tuvo un momento en su carrera deportiva en el que descuidó su forma física y eso le hizo bajar su rendimiento. Su talento, sin embargo, era tan superior al del resto que era suficiente para situarse por encima de la gran mayoría de jugadores de Primera División. Ahora bien, el día en el que se puso a tono volvió a ser el número uno simplemente por el hecho de poder repetir esfuerzos, y los destellos pasaron a ser nuevamente constantes y no puntuales.

    A decir verdad, el jugador óptimo es aquel que posee cualidades innatas y a eso le suma una capacidad de sacrificio equiparable al que no las tiene

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