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Fuerteventura mantiene la esencia de las pruebas deportivas

Artículo de opinión de Moisés Clavijo, redactor de Radio Marca

  • Moisés Clavijo
  • Archivo
  • Había escuchado que las pruebas que se celebran en Fuerteventura eran diferentes a las de Lanzarote y he tenido la suerte de comprobarlo en primera persona el pasado fin de semana. Varios componentes del Club Garagua -entre ellos yo- decidimos participar en la Travesía Las Playitas – Gran Tarajal. Valentín Fernández, presidente del CN Garagua, era el único de la pequeña expedición conejera que había estado en otras ediciones de la prueba y fue el que nos animó. No era una distancia apta para todos (4.800 metros) y aunque no lo dijera, él sabía que a algunos nos iba a costar más que a otros pero también estaba seguro de que todos íbamos a vivir una buena experiencia.

    El viernes llegamos a Gran Tarajal para recoger los dorsales y desde el primer momento ya sentías que era una prueba diferente. Los participantes recogían su bolsa y con una sonrisa abandonaban la pequeña habitación que los organizadores habían habilitado para ello. Todos pasábamos por un pequeño photocall para inmortalizar el momento. En la puerta nos encontramos con Nelson, miembro del club que organizaba la prueba - Club Fuerte Brazada-, nos saludó uno por uno y nos dio la bienvenida. En él veías la cara de un chico cansado tras una intensa jornada cuidando el más mínimo detalle de la prueba pero también veías la ilusión de alguien que deseaba que todo saliera bien y que los participantes disfrutasen de un buen evento.

    El sábado tocó madrugar para desayunar algo antes de poner rumbo a Las Playitas. Llegamos al punto de partida y ya aquello era una fiesta con música, bailes y buen ambiente. Tras unos minutos en los que nos preparábamos -los que no estamos en la Copa Regional podíamos nadar con neopreno-, nos fuimos acercando a la playa. Nelson cogía el megáfono y con buen humor nos daba los buenos días y empezó a explicar el recorrido. Son unos momentos con sensaciones contrastadas. Por un lado, piensas que debías de haber entrenado más o por lo menos haber hecho el recorrido unos días antes y te entra un pequeño miedo en el cuerpo. Pero por otro lado, tienes ganas de empezar y visualizar la entrada en la meta.

    Se dio el pistoletazo de salida y todos empezamos a dar las primeras brazadas. Los primeros metros de cualquier travesía siempre son complicados pero tras un par de minutos ya estás nadando a tu ritmo sin ningún problema. Mientras nadaba intentaba recordar las palabras de Nelson; el número de balizas que había y la famosa Punta del Camello. Cuando me faltaba algo más de 1500 metros para llegar, siento una zodiac a mi lado, era Nelson que me aconsejaba que me acercara a la orilla para estar más al zoco del risco, le levanté el pulgar y continué. Iba un poco desorientado e intentaba atravesar la Punta del Camello con la mirada para ver la meta. Finalmente y tras 2 horas y 5 minutos de travesía llegué a la playa de Gran Tarajal. La llegada fue espectacular con varios de mis compañeros animándome, el cansancio se convirtió en euforia. Pasé por debajo del arco de meta y unas niñas me pusieron la medalla de finisher. Ya había acabado y ese era mi objetivo. Para mayor satisfacción, todos los de mi equipo lograron llegar a la meta.

    Tras la competición comenzó la entrega de trofeos en un pequeño podio ubicado cerca de las carpas de comida. La organización tuvo un detalle con nosotros y nos entregó el trofeo al Club con más participantes en la prueba, algo que nos pilló de sorpresa pero fue un gesto que agradecimos mucho a los chicos de Fuerte Brazada. Había comida y bebida para todos los participantes pero no habían tickets ni pulseras, podías repetir hasta que se acabara el último grano de arroz de la rica paella. Tras el almuerzo llegó de nuevo Nelson con unos polos de hielo y fue repartiendo a todos los que se encontraba a su paso. Por lo visto se ha convertido en algo habitual de la prueba la llegada de "Los Antoñitos" para dar por finalizado el evento deportivo.

    Felicidades a todos los participantes que lograron llegar a meta de esta bonita travesía y mi enhorabuena a los organizadores. Han sabido sacar adelante una prueba de calidad sin perder la esencia de una prueba de pueblo. El protagonismo era de los nadadores, sin políticos ni personalidades y con la ayuda de la gente del pueblo. Lanzarote necesita recuperar esa esencia que en alguna parte del camino hemos perdido.

    El año que viene... ¡¡VOLVEREMOS!!

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